Thursday, November 05, 2009

Palabrería patética...

Estoy viejo. Estoy viejo y cansado de la barbarie diaria. De lo poco que sé de este mundo, como también de lo mucho que he vivido.

La quise, sí. La amé; sin embargo, siento que ya no tengo vida. Creo que desde que realicé lo tanto que he realizado, no volveré a tener la vida que solía tener. Esos días de soledad tan gratos, encontrando qué hacer a mi manera y a mi modo. Qué salvajes somos... y yo pidiendo tan poco. Moriría de sed y hambre por lo que ansío tanto.

El domingo en la tarde lloré. Lloré y grité, esperando que alguien se presentara. Nadie llegó... me preguntarán quien quería que se presentase... sinceramente no lo sé.

Siento que me quedan años tan largos y... negros, vacíos. Agujeros gigantescos, pero de pronto siento lo contrario. Que algo de esperanza queda, por insignificante que sea. La calidez de unos labios que creo haber sentido, y no. Andan por allí, deambulando. Su mirar y sus manos por igual. Sediento y hambriento de esto estoy, ciertamente. Arrastrándome, patético, en el ardiente desierto, persiguiendo el espejismo.

... y escuchar de fondo la antigua melodía de mis batallas...
... recordar los gritos de desesperación...
... todo por querer ser parte del cielo...

Pero no. Lentamente me encamino a mi último amanecer, vestido en un hombre destrozado, inmerso en un espíritu sin fe alguna.

Tinta patética, debiera ser roja como mi sangre. Me encantaría que me sobrara, para remarcar mis recuerdos en color escarlata.

Derrotado, pero no muerto. Así lo resumo...

Actúo de manera mecánica día y noche, mas... el guerrero dentro de mí duerme un poco, descansa algo siquiera; pronto volverá a desatarse, y la batalla se llevará a cabo una vez más. Por ahora, me quejo de mis días... porque he vivido mejores.

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