“Para él, quien me lo arrebató todo, le deseo vida eterna.
Para él, quien me derrotó en el campo de batalla…
Sé que es humano (o quizás es menos) pensar en venganza, ¡pero maldita sea que me hierve la sangre! ¡El puño tensando la espada con toda la fuerza del Universo encima de ella! El odio, el rencor, la ira, la furia… ¡sentir el cuerpo entero llenarse de esas sensaciones como para apretar la armadura puesta, sacársela en una ráfaga de desesperación, gritar con el rugido de mil leones y arremeter contra todo que está al alcance! La condenada vía de un guerrero que lamentablemente no ha logrado asumir su derrota total. El corazón debe ser fuerte, pero no invencible. En la batalla de la vida no se adquiere la victoria por medio de la aniquilación de su enemigo, sino por cuán fuerte sea uno para resistir todos los golpes que le brinden y seguir en pie. Ésa es la verdadera gloria. Fortaleza ante el dolor. Dignidad ante el sufrir. Ella significa mucho para mí, es cierto. También es verdad el infierno que siento en mi mente y en mi corazón. Sin embargo, a pesar de todo, levantaré ánimo y moral. Que él cante victoria mientras pueda. “Lo que no me mata, me fortalece”.
Tuesday, January 29, 2008
Monday, January 28, 2008
El abrazo...
“Recién levantándome. Son las 6 de la mañana. Hay algo que me tiene inquieto. Es un recuerdo. Oh, sí, qué delicioso es. Rememoro el momento crucial de ese día. Un espectáculo, un evento personal. Algo de locura y frenesí rellenaron un poco siquiera esos minutos (¿o fueron segundos agigantados?). Sí, querida. Lo que me acosa es el instante en el que te tuve en mis brazos. Los autos que pasaban aceptaron el acuerdo que les planteé y callaron. El mundo circundante calló. No sé si cerraste los ojos o no. Era difícil adivinar con tus lentes de sol puestos. Me puse a pensar, mirándote, y comencé a analizar otros cuerpos, otros físicos, comparándolos patéticamente al tuyo. Las otras que alguna vez abracé eran meras atracciones. La piel y las curvas que poseían lograban despertar en mí cierto grado de lujuria. Pero en ti fue un total descubrimiento. Era abrazar una modesta sonrisa. Era abrazar una ternura indescriptible. Era abrazar tu cariño, tu amor, el rincón de tu corazón que, con mucho orgullo, he ganado. Era abrazar los dos años que hemos compartido, disfrutado, sufrido y superado juntos. ¡Qué exquisitez más grande! No todos los días me puedo dar este lujo de ti.
Tu piel atrapa mi mirada, es cierto. Negártelo sería suicida. El recuerdo táctil de tus manos. Pero sé que no son sólo carne y hueso. Son también algo más. Algo que sólo yo pude percatar. Éstas me dijeron “te quiero”. Espero que hayas sentido el mensaje de las mías. Algo te dijeron, mi amor. ¿Supiste qué cosa?”
Tu piel atrapa mi mirada, es cierto. Negártelo sería suicida. El recuerdo táctil de tus manos. Pero sé que no son sólo carne y hueso. Son también algo más. Algo que sólo yo pude percatar. Éstas me dijeron “te quiero”. Espero que hayas sentido el mensaje de las mías. Algo te dijeron, mi amor. ¿Supiste qué cosa?”
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