"Oh, exquisitez del mismísimo Maestro, mis pensamientos y mis mentiras ilusionadas me tientan a mantenerme despierto. Son las cinco de la mañana. La vida entera me rodea, en velos de oscuridad, y allí estás en cada lugar. ¿Qué me llama a ti? Algo, sé que es algo. ¡Pero obvio que es amor! ¿Ya estoy delirando, verdad? Si... siempre lo he hecho. Madre de todas mis gigantescas batallas, dame tu mano de una buena vez por todas. Sí, ahora mismo, cuando más la deseo. Años y años de suplicio me han atrapado en este cofre de mil placas de acero, y hoy sólo quiero ser desatado. ¡Vamos amor, libérame ed estas malditas cadenas! ¡Vamos amor, déjame amarte tal cual soy! Que las cuatro paredes de esta divina habitación sean los únicos testigos de lo que pueda pasar. "Soy tuya" me dices. ¿Cuán verdad será eso, preciosa? ¡Pero qué importa! La lengua no pregunta, los labios tampoco. Y el sentir tu corazón, latiendo junto al mío... ni mil dioses podrán exterminar ese recuerdo mío. Mi recuerdo. Nuestro recuerdo...
Años y años de suplicio. ¡¿Qué va?! Ya llegaste a mí, preciosa. ¡Y sí que lo hiciste! Y me quisiste, y me amaste... yo también lo hice. Ya estoy delirando otra vez. Y no me importa seguir haciéndolo, mientras no desespere al confesarte cada fragmento de mi sentimiento.
Te escribo como si fuera un compositor. Como si compusiera música, en palabras. Tú lo eres. Tú lo mereces. Sólo mírate. Eres la tonada más hermosa que he visto. Eres la figura más hermosa que he oído. Y aquí me rindo, ante vuestros pies, siendo que ni millares de ellos lograron arrodillarme. "Yo te quiero" me dijiste, y cuánto mi corazón realmente gozó. Como un milagro caído, en forma de luz, ante las espinas intangibles de mi patética existencia.
A veces, veo tus fotografías. Por ahora sólo las recuerdo, y, por sobre todas ellas, la imagen de tu mirada. Tu mirada... ¿qué es eso? Pienso en ello y me pregunto qué es el Universo. Qué es la vida. Qué es la muerte... qué es lo que siento al recordar esa mirada tuya, destruyéndome por completo...
Soy un maldito obsesivo. Uno de los condenados, y así viviré mis días... hasta que Él, mi Maestro, decida mi propio fin. ¿Un fin a ti? Quizás... ¡ja! Ya hablo de fines.
... mírame, preciosa... sólo mírame por ahora... olvida lo que te abruma... sólo mírame..."
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