Hay cosas que no comprenden muchos.
Uno pasea con ella. No hace nada de especial ni anormal... sólo pasea. Por la costanera, por plazas, quizás. De pronto el día oscurece, y trae consigo vientos un tanto más fuertes. Ella, de pelo largo, sufre las alteraciones a su dedicado alisado, e intenta conservar su forma. Sin percatarse, uno la observa en ese momento mágico e irrepetible. Comienza a grabar (sí, a grabar, como si sus ojos fueran una cámara de video con una memoria de eternidad), tratando de no perder detalle alguno de ello. Ya al terminar, ella puede percibir el silencio incómodo y la mirada de reojo, preguntándote cosas como "¿pasa algo?"... y tú respondes esa excusa barata, esa mentira que no quiere ser notoria : "no, nada..."
Con el tiempo, ya habiendo perdido toda clase de lazos y confianza entre ambos, que fueron siendo transformados en cosas que no pretendieron ser tan... no lo sé, malas... por decir algo. Días, semanas... meses; sin embargo, el detalle épico de ese instante no logra ser erradicado con nada, ni se intenta borrar de alguna u otra manera. La colección total de todos esos segundos es lo que hace a un hombre, suponiendo que el individuo es realmente un hombre noble, es lo que hace que él se ENAMORE de aquélla, entre otros aspectos, pero éste es uno de los principales.
Es un arma de doble filo, claramente. Las que efectivamente logran ese efecto en aquél, lo logran enamorar sin buscarlo siquiera. Ya habiéndose ido, él, aunque tenga buena memoria o no, recordará esos fragmentos de magia y eternidad. Recordará a quienes le robaron y hurtaron (claro, con intimidación o no... si entienden lo que quiero decir) esos segundos de su tiempo.
Concluyendo, es por esto que se dice que el hombre noble no ama siempre, sino por instantes, por segundos. Olvidará fechas, números, fotografías... nombres inclusive. Los años pasarán, con sus tragedias y batallas perdidas... lágrimas en vano, sangre por igual. Y sus ojeras, piel desgastada, piernas que no coordinan su paso, mirar envejecido... y no importará. Esos instantes estarán por siempre, entre acosando su día a día y alegrándole el día monótono, permaneciendo constantes a lo largo de su existencia hasta cuando su mente deje de funcionar... y sus pasos avanzar...
Amo a segundos. Amo a instantes, y por feo que suene, no a una en particular. Al fin y al cabo, me impregno de los millares de fragmentos divinos que existen en todo mi mundo, en toda mi tierra.
Olvidar no es opción. Olvidar no es viable...
Para mi amigo Hernán. Camarada y compañero de batalla... ya nos encontraremos, en tus tierras o en las mías. Pronto compartiremos un par de buenas cervezas, frente a un cálido fuego improvisado, y una noche que no sea citadina, sino estrellada y silenciada... porque no hay mayor emoción más reconfortante que compartir las anécdotas, las historias que nos marcaron en nuestro vivir.
Subscribe to:
Post Comments (Atom)
No comments:
Post a Comment