“Logro percatarme de la muerte pronta a llegar, y yo aún te amo. Me río de lo patético que me muestro aquí caído, derrotado. Mis energías se han desvanecido hace ya mucho. Tengo mis memorias, mis leyendas, y mis lamentos de ingratitud: De Ti…
Tú. A Ti, en mi final de finales, van dedicadas estas malditas palabras. A Ti, a quien serví tan fielmente, con eterna soledad, sangre y dolor en retorno, van dedicados estos últimos golpes de mi espada que logro brindar. A Ti, amada mía, quien me extrajo hasta la última gota de dignidad, te tengo un último regalo: Mi adiós. Sin embargo, aún no puedo irme. Una ínfima llama brillando en el crudo invierno persiste. Algo insignificante, pero notorio.
Nada tengo que dar, ni menos recibir. Es hora de desatar el poder divino que llevo dentro de mí, en Tu nombre. Sólo puedo pedir un hermoso y bendito rincón… Pronto llegaré…
Hay un refrán que es todo mi consuelo:
“Hay derrotas que son más gloriosas que victorias”
Subscribe to:
Post Comments (Atom)
No comments:
Post a Comment