He llegado a esa etapa de la vida que uno cree que no da gusto vivir. Que los días tienen el mismo color. Que no hay absolutamente nada de nuevo ni bueno, sonriendo falsamente al mundo circundante. Las viejas batallas están perdidas, todas ellas, y uno no encuentra consuelo alguno ni en el más recóndito rincón del fin del mundo. Que los fracasos de estas mismas batallas quedan latentes aún, por tanto tiempo, remordiéndome el corazón y mente por igual. El fracaso de enseñarle palabras de la vida, palabras mías, y que me las dijera tal cual así yo lo hice. Que no queda nada más que caminar lentamente hacia el abismo eterno del olvido, siendo rasguñado por las espinas de la indignidad mientras caigo.
Lo más curioso de todo esto, siendo que suena tan suicida para cualquiera, es que sigo viviendo, sigo caminando, sigo soportándolo todo. Por muy maltrecho que esté mi cuerpo, doy la cara en el campo de batalla y caigo irrefutablemente, mas me levanto y la batallo una vez más. Y otra vez, una vez más. Querer avivar esa flama de esperanza que una vez fue un incendio de mi corazón. Esta manera orgullosa y terca de seguir respirando, aunque el aire esté infestado de dolor.
Creo que al final sólo me quejo de estar cansado, de la rutina, de la maldita y condenada monotonía. El no encontrar una tez suave entre mis sábanas, el no hallar esos ojos ni siquiera en mis viejas ilusiones, en los ya usados sueños. El no acomodar mi rostro entre su larga cabellera, ni siquiera rozarla con mi nariz, ni mis dedos, ni mis labios.
Soy un viejo marinero, naufragando en el mismo navío, sin puerto alguno al cual pretender llegar. Un viejo perro que va hacia los mismos terrenos baldíos, a todo minuto, en cualquier día, queriendo encontrar esa hermosa sonrisa de la cual me enamoré entre la chatarra y el desastre existencial.
Apenas te encuentre mi amor… sólo apenas… no tienes idea. ¿Te molestará un demente? Creo que sí... espero que no. Un condenado que deambule por las calles y te encuentre de improviso. Un vagabundo saludando a una señorita, con ojos llorosos. Ella sin entender, él sin poder explicar. Sólo la ve. Detenidamente la ve. Y luego de titubear por un rato, la deja ir. No sabría qué hacer contigo…
Sigo viviendo estos días con la esperanza de volver a verte un día de ellos…
Sigo viviendo estos días con la esperanza de volver a nacer, bajo tus ojos.
Sigo viviendo estos días con la esperanza de descubrir qué palabra explica tu mirar de ese bendito domingo 6 de enero.
He caído en la demencia… y no actúo como demente.
P.D.: Discúlpame amigo Silvio por el evidente plagio de título, pero no había otro mejor en mi mente.
Subscribe to:
Post Comments (Atom)
1 comment:
XD k buena trozo de canción elegiste de título [y de un excelente compositor x lo demás]
^^ Me alegra ver k sigue vivo... y k aún escribe.
Saludos viejo amigo!!
Post a Comment