Friday, January 30, 2009

A la Muerte X...

Diez días, diez siglos, diez mil años, ¿qué más da? Todo el tiempo es el mismo al luchar contra Ti, Preciosa. Mas, ahora llegan a dar gusto, cuando cargo esta flor en mi corazón, en mi escudo. El último clavel que crecía en estos campos muertos, el último signo de vida de la Madre Tierra. Otórgame el honor de enfrentarme a tu infinidad de hordas, Querida. Otórgame tus sombras, tus maldiciones, tus noches, tus oscuridades enteras. Ni tengo que pedirlas, porque supongo que ya las cursas por estos lugares... ¡Que vengan entonces!

Amor benigno, tu respirar brinda gozo y dicha. Cuán liviana es mi misión ahora que tú has traído luces a mis días. El horror y el terror de aquéllos tiempos del pasado se desvanece con tu caminar, como polvo en el viento. El campo muerto besa tus pies, reviviendo prados ya olvidados. Las ramas de los árboles caídos rozan tu cabellera, resucitando flores quemadas. Las imágenes de bailes tuyos, plasmados en la vieja arena, en el recuerdo de mi envejecida memoria, me da de beber en este desierto de días. Y cuando tu mirar encuentra el mío, ataca con mil dagas mi pecho, mis pulmones, mi cuello, mi todo, exprimiendo las lágrimas reprimidas de mis ojos que bajan lentamente y se evaporan en el suelo maldito. Oh mi amor, ni los poemas más gloriosos podrían llegar a describir una mera idea de ti. Solamente depravarían esa silueta que hoy la he guardado en mi alma. Rodeas toda la dignidad, la gloria, y lo sagrado en ti, fantástica creación de mi Maestro...

¿Qué esperas? Tarde o temprano, llegará mi último día, y yo no permitiré que sea un día, sino un siglo, un milenio a su lado, un infinito como mínimo bajo su regazo. ¡¿Qué esperas?! ¡Ataca!

Thursday, January 29, 2009

A la Muerte IX...

Una vez dijeron por allí que los verdaderos héroes son los que no vuelven de los campos de batalla. Heme aquí aún, ya fantasma de mis delirios, fantasma de mis deseos carnales, apasionados, amados, impulsándome a arremeter con todo mi ser. Mato mis pecados, mato mis errores, la conciencia total de haberlos cometido, uno a uno, lentamente, minuciosamente. Sí... los estoy matando a todos. Con uno muerto, una cadena menos que desatar. Pronto el verdadero Caballero volverá a brillar una vez más de nobleza, de dignidad, y mis enemigos volverán a temer. Profecías que se van cumpliendo, mentiras del pasado que ahora son verdad, sueños del ayer, de los benévolos, que hoy son realidad, y pesadillas, de los grandes malignos, que hoy... son realidad.

No traten de huir, no traten de escapar. Los encontraré a todos ustedes por igual, y temerán... otra vez.

A cada uno que derrote, amor mío, será un paso más a tu encuentro. A cada uno que destruya, preciosa mía, será una victoria más a mi triunfo...

Te amo...

A la Muerte VIII...

¡Escucha mis súplicas, Maestro! Que mi vida sea un mero trueque por su felicidad... sólo eso...

¿Y tú qué? No me perdonarás, viejo Amor mío. Ya soñaba estar entre tus brazos sensuales, mientras me quitabas en cada centímetro de ellos mi total existencia. He recuperado mi ser, Preciosa. Y ahora, batallo contra Tí una vez más, sin confiar del Destino Divino inexistente. Que ahora, los días, los soles, las lunes y mis flores, decidan por mí. Porque, en el final de esta gran historia de mis Cruzadas, Preciosa... no hay victoria, no hay derrota... sólo yo, contra millares que no paran de llegar, hasta que tenga mi último sueño... y un amanecer rojo.

A ti, vida mía... la que no sabe aún mis cosas y cree saberlo todo, preciosa flor de Esperanza alucinante... espérame... que te hurtaré un beso fugaz, y volveré a mi campo de batalla...

A la Muerte VII...

¡Cuán eterna la noche benigna! El constante mirar a un cielo estrellado, iluminado de sus pequeñas esperanzas, todas constantes en tu mirar. Mas... aún sigo soñando, sigo alucinado.

¡Enemigo querido, eterno contrincante, ven a mí de una buena vez! Mi cuerpo demacrado y malherido con suerte logra mantenerse en alto, mientras los años caen encima, como rocas en arena. A veces no logro volver a levantarme con tanta armadura encima. Sin embargo, mi corazón sigue tan lleno de vida, así como diez mil años atrás, porque el amor es algo sumamente infinito, y en un Caballero... es toda su existencia.

Espero lograr levantarme otra vez.
Espero levantar mi vieja espada...

Vengan a mí...

Wednesday, January 28, 2009

A la Muerte VI...

Y yo he sido mil vidas, mil hombres, mil seres diferentes, en mil tipos diferentes de historias, momentos, lugares y mundos. De pájaro a mariposa, de mariposa a elefante, de elefante a hombre, de hombre a mito. Pero en todos, en todos ellos, te he amado de esas mismísimas diferentes maneras, mi amor. Porque en todos ellos logro captar que eres la mayor y mejor creación del Altísimo, mi Bendito Maestro...

Te amaré mientras dure el Universo...

Tuesday, January 27, 2009

A la Muerte V...

Admiro vidas pasadas, recuerdos de almas olvidadas. Deseo amar de la manera que ama un Guerrero: Con su vida. Y tal cual como escuché o leí por ahí: Todos nosotros morimos, pero pocos realmente viven. Amar cada detalle... ¿cómo sería volver a eso...?

Te recuerdo a ti por igual, un tanto borroso, pero te recuerdo de todos modos. Mi Santa Reminiscencia, mi Reminiscencia Divina. ¿Qué será de ti?

Hablaré poco esta vez. Tengo un ejército que derrotar...

Monday, January 26, 2009

A la Muerte IV...

¡Cuánta ironía! Estas malditas adversidades que se presentan a mis ojos, a mis manos, siendo borradas minuciosamente por la paz y tranquilidad de este bendito lugar. ¿Qué pensarás de mí, Querida? Amada contradicción de negro. ¿Qué será de mí ahora, que mi alma se aferra a algo tan volátil y tan glorioso a la vez? Ése es el verdadero problema... ¿verdad? El vivir de tanta oscuridad circundante, y el sólo ser testigo de una suerte de luz, brinda tanto gozo de repente.

Que sea correcto o no, no me importa. Por ahora, mi vida y mis batallas son de ella. Por ahora, tengo dos caminos: Convertirme en ángel... o en demonio.

Saturday, January 24, 2009

A la Muerte III...

Ya has alzado tu estandarte contra mí, Querida. Qué lástima... yo que aún te quería de amante, de hermana, de eterna compañera. Qué tristeza de verdad. Una vez más me veo obligado a levantar armas contra Tí, preciosa, siendo que ya me estaba acostumbrando a vivir contigo a mi lado. ¡Que así sea entonces! Te has vuelto una vez más mi eterna enemiga...

No sé qué forma tiene esta flor en particular, ni la manera, ni su modo. No sé su origen, ni cuánto durará floreciendo... sólo sé que la quiero... sólo sé que la amo a mi modo, y también sé que usaré mi cuerpo de escudo si es necesario, por protegerla.

¡Cuán indescriptible!

A la Muerte II...

Lo siento, Querida. Anoche me postré entre estrellas, buscando de nuevo esa flor que quizás no volveré a ver otra vez...

Me preguntas cómo es esa flor tan particular. Con sólo decirte que ha conquistado cualquier locura que cruza por mi vieja cabeza, es darte una mera idea (y los ángeles vestían de blanco... y verde). Traté de volver, mas no pude amor. Lentamente logro olvidar tus curvas. Mi corazón de caballero se ha vuelto a enaltecer, levantándose de las cenizas de viejas batallas. Ay querida, temo envolverme en telas caprichosas. Tú conoces los finales. Tú conoces mi final, y si bien me permites decirlo, podría finalizar mi existencia, defendiendo cada pétalo de esa flor.

¿No te gusta la idea? ¿No te gusta mi frenesí de encanto? Lástima. Con el tiempo comprenderás porqué te amé tanto, porqué te había deseado tanto, y también comprenderás, temor de todos los hombres, porqué estoy pensando en ella...

A la Muerte I...

Aquí estoy, al fin. He cumplido mi parte, mi deuda, mi condenada promesa. He logrado huir de mi realidad a tierras aparentemente paradisíacas, encontrando descubrimientos nunca antes vistos, lo sabes camarada. Y nadie mejor que tú para confesarte estas intimidades, cosa inexistente. Quizás qué pensarás de mí después de esto, mas, a estas alturas de la vida (o tú, no los veo diferentes), ya no importa tanto. Y es que el corazón de un joven caballero es tan fogoso, lleno de ambiciones y glorias del pasado. Tú lo has dicho, eterna amiga mía. Dime tú, querida, ¿te cuento? Tú, que a tantos traes y a tantos te llevas... y muy pronto, a mí también... bueno lo haré. De todas maneras las malditas lenguas de los hombres suelen soltarse por sí mismas, contra mi voluntad.

Encontré una flor. ¡Por supuesto, ésa misma! Lógico que te darías cuenta. He estado perdiendo mi eterno enamoramiento por ti, Querida. Sí, lo siento, estoy dejando de lado la tentación y las tierras infernales que con tanto gusto me has ofrecido. Lo sé, lo sé... ¿cómo las podría rechazar? Soy dueño de esos terrenos, dignos de indignos. Perdóname... encontré una flor... sí, no sé... quizás...

Thursday, January 08, 2009

Sólo recordaba...

“Y ya me conoces tan bien, que predices todo lo que haré. Uno que ha tenido sólo una suerte de roce de ti, que no tiene idea alguna de lo que eres tú. Me evades fácilmente, me eludes, en estos días que quisiera asesinar, unos más que otros. Sólo una vez te vi, fugazmente, y batallé tanto por volverte a ver, muriendo en el intento. ¡Cómo balanceaba la espada que consagraste con tu imagen, en un campo de batalla que no poseía fin! Y esos días… ¡ésos sí eran días! Veía luces por doquier, mundos por conquistar bajo tu nombre. ¡Todo estaba dando indicios de ser derrotado, y aún así seguí! Oh, qué testarudo, preciosa. Lógico que sabes…

Batallé tanto por volverte a ver, y morí en el intento.
Luché tanto por volverte a sentir, mas morí en el intento.

Hace más de un año conocí lo más cercano a la felicidad que pude haber pensado alguna vez… sólo lo volvía a recordar, otra vez.”