Ya han sido 150 días de tu raudo partir, y aún lo siento como si hubiese sido ayer. ¿Seré muy egoísta al sentirme así? Es probable. Las ganas me sobran de tenerte a mi lado una última vez, y reivindicarme de mis fechorías, de mis arranques de superficialidades y cosas meramente triviales, mas, brinda algo de consuelo el saber que no soy el único que se siente así, o al menos eso pienso.
Mirando el cielo y el mar, a lo lejos, trato de encontrarme contigo una vez más. Trato de encontrarte también, sonriente como solías serlo. Rara vez te vi caer en penas. Rara vez te vi derramar una lágrima siquiera. El amor que esparcías a tu andar era invaluable, y aún lo es. Apenas lograba cruzar el umbral de la distancia, me atendías como un rey de reyes. Me atrapabas en tu ternura y lograbas alejarme de la realidad. ¡Cuántos miles de recuerdos contigo!
Sé que me observas desde la lejanía, desde el reino del cielo, sentada, sonriendo por mis pequeños logros, por muy insignificantes que sean. Te hacía saber que lograba algo, y me hacías sentir más que especial. ¡Qué lástima que te hayas ido ya, cuando tanto añoro una última oportunidad y despedirme de ti como te lo merecías! Sin embargo ésa es mi carga, mi penitencia. Abrazaré con fuerza esta rosa con espinas que me han sentenciado admirar.
Aún no te digo adiós como quien se despide de quien no volverá a ver... Te veré en la otra vida, en ésa de gozo puro, y espero que me recibas con los brazos abiertos, con los mismos que me diste tantas veces, todas las que trato de rememorar hoy y ahora.
Te amo.
Q.E.P.D. Ketty Miranda (Mi querida abuelita Ketty)
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