Friday, August 01, 2008

Porque te amo...

"¡Feroces fuegos! Todos aclamando flamantes, invencibles, intocables. Encendiendo cada rincón de mi ser, de mi maltrecho corazón. La divina vitalidad vuelve a correr por mis maltrechas venas.

¡Ja! No importa cuán indestructible seas, querido enemigo, aquí yace un viejo guerrero de la luz, entre los campos de batalla y el Infierno, quien posee una voluntad mucho más allá que ningún otro. No hay qué perder... no hay qué matar... no hay qué batallar. La guerra ha sido perdida hace cientos de años, y aquí estoy aún. De hombre sin caballo, de tierra sin agua, de estrella sin cielo, heme aquí aún, vivo... maltrechamente vivo. Respirando un calvario en cada segundo, carcomiéndome mis propias iras. Y aún así, estoy aquí. Porque tengo aún qué luchar, aún qué batallar, aún qué vencer... porque la amo. Porque la única derrota que conozco, es la Muerte. Y ella, está lejos de conocerme aún. Me ha visto de reojo, pero, querido enemigo, dudo que ella logre estrechar su maldita mano hacia mi alma.

Nada es capaz de arrancarme esta fuerza de mis manos, ni siquiera la Muerte misma, porque mi corazón posee en sus auras la bendición de millares de recuerdos que poseen su hermosa silueta (sí, corazón, la tuya). Me destruirás mil veces, mas me levantaré otras mil. Seguiré aquí, seguiré firme, seguiré cayendo, seguiré levantándome... seguiré soportando todo maldito golpe tuyo, pero nada me apartará de ella. ¡Nada!

Corazón... te he buscado entre las estrellas, pero éstas me han dicho que te has esfumado hacia los bosques. Los árboles me señalaron a los peces, y éstos a los perros. Los perros no se acordaron, y las palomas tampoco. Mucho menos las rosas, quienes se equivocaron del Sol. Éste culpó la Luna, pero ella, en su eterna e iluminada sabiduría, nunca se equivoca... me señaló mi corazón... y allí estabas... y allí aún estás...

Vamos, querido enemigo... ponme a prueba. Jamás me iré de aquí... y es porque te amo, corazón..."

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