Sunday, December 02, 2007

Contra el fuego invasor...

"Un día, yacía en el suelo de los pastizales desconocidos. Pastos extensos y altos. Sentía el suave cosquilleo de las hojas revolviéndose entre sus entrañas y sus heridas. Rápidamente se levantó, pero antes siquiera apoyarse en su pierna, quedó pasmado ante una escena: La desnudez total de una mujer, quien se bañaba en las cercanías de un lago. Las telas blancas colgando de la rama de un árbol, quien ya era cómplice de la depravación. El Caballero no era la excepción, y, curioso, se acercó lentamente, tratando de no ser descubierto. La blancura de su piel fácilmente se confundía entre lo cristalino de las aguas. De pronto, el Caballero siente una niebla cubrir rápidamente el divino paisaje... y el fuego invasor...

Entonces despierta.

- ¡Levántate! - Le ordena el Enemigo Digno. El pobre Caballero había sido abatido. Su cuerpo no lo soporta. El fuego está en su interior y no puede contenerlo. Maldito dolor. Maldito sufrir... y entonces... ¡DESPIERTA!

Ira. Enojo. Furia. Locura de batalla. Está malditamente dominado por la droga de la sangre ajena. Su espada está sedienta... muy sedienta. Lo quiere a él. Lo desea a él... y carga contra todo.

Entonces grita.

Se siente el grito corromper el fúnebre silencio del campo de batalla. Cada insecto, ser, roca y grano de arena, teme al endemoniado Caballero. Los muertos temen al que corrompe la paz del lugar. Los miles de cuerpos...

El Ángel teme por él. Teme por su vida."

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