Sunday, June 10, 2007

Cinco horas...

"La oscura tarde fue testigo. La eternidad poseía una forma... después de todo. Forma de ángel, de ninfa. Y caminé a su lado. Y reí a su lado. Admiré su rostro, sus ojos, y me desilucioné de las estrellas. Me bendijeron con cinco horas junto a ella. Cinco horas en las que sólo un segundo le bastaba para fascinarme. Un segundo para abrasarme. Un segundo para besarme. Miles de pequeñas alegrías contenidas en el más encantador ser existente. Fuimos ella y yo. Por cinco horas lo fuimos, y nada más. Me sonríe constante y desinteresadamente, sin saber lo que revivía en mí. Desesperado, trataba de gritarle por los ojos lo que tanto deseaba confesar otra vez, mas ella, tímida, se escondió en mi pecho, acurrucándose. Vencido y derrotado, cesaba el fuego de mi sinceridad. Y ahora pienso: Creo que nunca te dejaré, aunque eso me cueste la felicidad de miles de años. Sin embargo, la batalla ahora se ha tornado más dura, porque no hay enemigo contra el cual luchar. No he logrado conquistarte por completo, y creo que nunca lo lograré. Creo que nunca te dejaré. Ojalá me concedieran el deseo de morir por ti, mas me han condenado a verte en cada rincón de mis días. ¡Qué manera tan irónica de amar! Pensar en el final de mi existencia, y a ti como el verdugo más hermoso que he conocido. Todo se ha muerto a mi lado, y aún así cuento los segundos que han pasado desde la última vez que te vi. Creo que nunca te dejaré. Una rosa marchita y las hojas heridas por mis palabras serán el legado que dejaré atrás... y un corazón deseoso de amor.

Prometo que si llegas a mi lado, no te tendré por mucho tiempo... aunque planee tenerte por siempre."

1 comment:

Anonymous said...

me gusto mucho lo que escribes, en especial este, ya que me trae buenos recuerdos, me recuerda a un ser muy querido