"¿Qué han de imaginar ustedes, patéticos? ¿Qué han de imaginar? Oh, si yo ando y reando tan viejo y cansado, postrado, abatido, casi vencido. Pero no... sigo aquí, sigo vivo, sigo invencible, sigo invicto. Vengan por mí...
Fue hace sólo unas noches, corazón, y aún siento tu arder en mí. Mis músculos se endurecen, mis dientes se aprietan y crujen, mi mirada se agudiza, mi mano aprieta la empuñadura de mi espada, y grito a los cuatro vientos...
Que sea la última batalla. La sangre de los indignos entibian un poco las placas de mi armadura, mientras tu imagen se mantiene constante en mi pensar. ¿Qué queda de mí? No mucho. Mi carne la van demacrando lentamente y sólo atino a aguantar el dolor.
Lo mejor de esa noche, amor mío, fue el borrar rastro alguno de la realidad que me rodeaba, con el beso con el cual sellaste las altas horas de la madrugada, y así marché de vuelta a mi hogar. El frío de la costa golpeando mi rostro que no paraba de sonreír.
Me acosaste mientras dormía. Sí, no te miento corazón, juro haberte visto... lo juro.
Un grito en una tierra de nadie, y un caballero corriendo hacia sus rivales, sin miedo a nada..."
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