“Lentamente entraba al último lugar del mundo, inmerso entre sus cuatro rincones. Cada vez que pisaba esa tierra extraña, mis armas y mi armadura se hacían más pesadas. El largo y eterno pasillo al fin daba señas de finalizar. Observé a lo lejos una reunión de ángeles, y pequeños seres celebraban mi llegada, como si hubiera resultado victorioso de alguna gran batalla. Una enorme luz me dio la bienvenida y curaba mis heridas. Me susurró unas cuantas palabras que no logré entender del todo mientras me llevaba a un lugar desconocido. Entonces al llegar, desató su Ira Divina.
Miles llegaron. Vastos batallones oscuros ennegrecían la hermosa tierra. Los grandes reyes del pasado yacían muertos, y su noble sangre recorría los suelos que alguna vez brillaban de vida. En ese momento, bajaban de los cielos los ángeles que había visto reunirse. Yo los lideraba. Al otro del campo aparecía una enorme figura negra, el creador del Apocalipsis, liderando el banco opuesto.
Gotas caían. Mi rostro decaído se refrescaba un poco… también mi espada desenfundada, apuntando hacia adelante…”
No comments:
Post a Comment