Thursday, February 05, 2009

A la Muerte XIII...

"Te dedico estas últimas palabras, amor mío, porque hoy dejo estas tierras paradisíacas. Los demonios han caído derrotados y por fin puedo volver a mi hogar, sereno y feliz. ¡Cómo cuesta dejar tus flores, tus rosas, tus besos, tus sueños, tus esencias infinitas de esperanza y vida eterna! Ahora debo marchar lentamente a mi viejo campo de batalla, del cual huí por siglos y siglos de desolación, muerte y derrotas amontonadas como rocas en el fondo de los abismos infernales. Mi agonía acrecienta a medida que me alejo de ti, preciosa. Mi tiempo aquí ha terminado. Retomaré la vieja senda del Guerrero como debí haberlo hecho antes, pero no quería hacerlo sin verte una última vez. ¡Qué masoquista de mí imaginarte en vez de mirarte! Lamentable es que, después de todo, es lo que me queda... moldear una silueta y huir a ella, a sus brazos soñados, sentir abrazar la mentira, y besar la ilusión."

El viejo Caballero se pone de pie, mientras toma su espada, levantándola. De pronto siente el viento soplar de manera particular...

"Quédate, no te vayas. Quédate por favor... ¿no lo entiendes aún? Eres lo que me queda. Mi vida y mi muerte. Mi deseo y anhelo. Mi aire y mi agua... ¿a quién serían las batallas si no son a ti? Hija de Luces, te lo imploro... quédate un momento..."

El viento comienza a disiparse. El Caballero deja correr una lágrima tras el grueso yelmo de plata...

"Adiós mi amor... hasta siempre. Sé que nunca fui destinado a tenerte, amor. Sólo memoricé tus ojos y te dibujé en mi mente, fotografiando por entero tu alma. Fuiste mía en mis sueños al menos... Bendito es ese escape de realidad.

... yo tuve la culpa...
pensé demasiado en ti..."

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