“Tantos años deambulando en la Tierra y, sin embargo, no logro entender aún este acuerdo mío con Dios. Sí, hice un trato con él. Él no me hablaría, a cambio de una luz de esperanza de estar con ella.
‘Tienes miedo a la soledad.
Tu mirada vacía.’
Cosas que deambulan en mi mente.
Hoy no hay batallas. Es sólo yo, postrado en una cima, arrodillado hacia el horizonte, con mi espada enfundada, y mi escudo a mi espalda.
Me estoy preparando… una nueva batalla se avecina… ¿cuántos caerán?
Oh, cómo necesito la luz del ayer.
Oh, cuánto necesito la moral de mis viejas batallas, sin importar si fueron victorias o derrotas. La fuerza de luchar sólo por luchar, y nada más. Que no dijeran “cayó en vano”. Para que no dijeran “fue uno más”. Porque todos, tarde o temprano, aprenderán que para comprender la vida de un Guerrero, es por medio de sus propias batallas. Cómo las luchó. Cómo las derrotas lo humillaron. Cómo las victorias lo enaltecieron. Los días y noches que gastó levantando su espada en el aire. La emoción que expresa al cargar contra su oponente. El fragmento de Universo que está bajo su poder… y la mujer que ha reclamado sus pensamientos como territorios conquistados…”
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