Monday, October 06, 2008

Una velada durante la noche...

“Enciendo una vela. Dulces y agrios recuerdos me llegan al ver la llama ondear ante el escaso viento de mi hogar. El tiempo la acompaña mientras caen las gotas de cera. Tan fuerte y débil a la vez. Frágil y peligrosa. La cera se consume a su paso, acortando su vida. A su paso fui. A su paso soy. A su paso seré.

Lamentable es que rememore el vacío extenso de mi ser. Con el desconsuelo de la ausencia total de alguien, vivo mis enormes y cortos minutos.

Ya no siento nada, ni espero sentirlo. Mis ojos, tercos, se quedan abiertos mientras la madrugada muere. Soy una bestia mansa, enjaulada bajo su voluntad entre las paredes de su hogar. Y me mantengo dormido, borracho de silencio, drogado de la vieja e invicta esperanza de un milagro en el día de mañana.

Los niños me temen. Me miran y temen. ¿Qué temen la verdad? ¿O será curiosidad? ¿Curiosidad de qué en verdad? ¿De saber qué me pasa? Intrigantes son, es cierto, y siento que sus miradas juegan conmigo. Tratan de adivinarme. Algo de consuelo encuentro en su interés gratuito. Son mi única compañía por el momento.

Ni a ti te siento. Es verdad. Difícil de creer, pero malditamente cierto. La pasión de esas viejas batallas se ha desvanecido, tal cual el rocío matutino con el sol.

He llorado. Malditos sean estos días…”

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