“Recuerdo que una vez viví.
Recuerdo que enfoqué toda mi fuerza en una sola batalla. Recuerdo que renuncié a todo lo ajeno, lo indigno y lo traicionero, perdiendo a los míos, dejando lo otro atrás, y siempre adelante, al frente. Digno, pleno… sereno.
Recuerdo que estuve realmente enamorado de mi propia vida. Matando, destruyendo el mal por completo, triunfando cada vez más… acercándome a ti, lentamente, pero lo hacía, con un orgullo que nadie logró comprender, y ni quise ser comprendido. Lo que solía ser palabras de eterna gloria para mí, eran palabras sin sentidos para los ajenos.
Recuerdo que una vez batallé como nunca, viviendo mis días con un propósito escondido. Recuerdo que viví de la constante gloria ganada, en el día a día, transformando mis minutos en verdadero honor. Fueron exquisitos momentos de paz, alegría y felicidad. Sí… fui feliz.
Sólo recuerdo…”
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